Me cuesta demasiado pedir ayuda

Abraza tu vulnerabilidad

Hace dos años dejé atrás la etapa más complicada de mi vida. Tres años de mucha tristeza, incertidumbre y soledad.

Inicié una relación con alguien que mi familia y amigos no aceptaban y emprendí un negocio que tampoco les parecía bien. 

Algo que parece relativamente simple, fue el detonante de un completo caos en mi vida.

De repente, mi vida se había puesto pata arriba. 

Era tal la incomodidad, que me fui a vivir a otra ciudad. Me alejé de todo mi círculo, me sentí injustamente juzgada y con muchísima impotencia y mucho dolor. 

Pasé de ser una persona con muchísima vida social a estar prácticamente sola.

Cuando volvía a mi casa por Navidad o fechas importantes, me sentía muy extraña. Como si ya no formara parte de ese lugar.

Más tarde, como pareja atravesamos circunstancias muy complicadas. Pero debido a ese distanciamiento con los míos, no tenía nadie con quien compartir mi situación.

No podía creer que así fuera a ser mi vida desde entonces.

Durante más de dos años viví con un nudo en el estómago. 

Lo peor es que el ser humano a todo se acostumbra…

Me refugié en el trabajo. Trabajé más que nunca. Tenía reuniones hasta altas horas de la madrugada durante más de dos años.

Obsesionarme con mis resultados me desconectaba de la realidad. 

La verdad, no sé de dónde sacaba la energía para sostener ese ritmo. O tal vez sí, de los 8 kilos que perdí en ese tiempo.

Me fui desatendiendo a nivel emocional, físico y mental. Y me fui olvidando de la persona que era.

Sin embargo, si echaras un vistazo a mi cuenta de Instagram de esa época, verías que subía menos contenido, que había perdido peso y que mi mirada parecía triste, pero no apreciarías nada alarmante.

No apreciarás ni un 0,00001% de lo que realmente estaba sucediendo en mi vida.

Y así como no vas a detectarlo en mis vídeos, era prácticamente imperceptible en mi vida real.

Las personas con las que trabajaba a diario no tenían ni idea de lo que estaba viviendo. De hecho, la mayoría de ellas a día de hoy siguen sin saberlo. 

Me había distanciado de mi familia y mis amigos, así que ellos sabían mucho menos.

¿Por qué?

Porque uno decide qué mostrar, tanto en las redes sociales como en la vida real.

Sin embargo, yo no pretendía dar una buena imagen para reforzar mi ego o algo así.

Me di cuenta de que la principal razón por la que viví ese proceso de forma tan solitaria fue, básicamente, por mi incapacidad de pedir ayuda.

Y tuve que pasar por algo tan impactante para darme cuenta.

En mi inconsciente estaba grabado en piedra que yo sola podía con todo. 

‘Soy fuerte, yo puedo’, me decía.

Y con ese mantra resonando en mi cabeza me fui hundiendo cada vez más.

Sabía que si pedía ayuda me iban a decir verdades que no quería escuchar.

Así que durante años negué mi vulnerabilidad y mi realidad.

La vida me puso en bandeja las experiencias que necesitaba para romper con el paradigma de que sentirme vulnerable abría las puertas a que me hicieran daño.

‘’Miedo a que me hagan daño.’’ 

Qué difícil fue aceptar eso siendo la persona fuerte e indestructible que yo era. O, al menos, mostraba ser.

Finalmente, decidí levantar la mano, y pedir ayuda.

La relación de pareja terminó. Recuperé la relación con mi familia.

Y, lo más importante, sané la relación conmigo.

Ahora sé que si no hubiera cruzado ese árido desierto, hoy seguiría siendo Doña Yo Sola Puedo Con Todo. 

Llevar al extremo mi fortaleza y mi capacidad de superación me enseñó que abrazar mi vulnerabilidad es la expresión más elevada de fortaleza.

Porque, al final, la función de la fuerza es sobrevivir y…

¿Es más probable que sobrevivas luchando sola contra el mundo o encontrando aliados que cubran tus debilidades?

Es evidente.

Pero más liberador fue darme cuenta de que, cuando haces las paces con tu vulnerabilidad, te das cuenta de que no hay ningún tipo de lucha que debas ganar.

Lo único que pone en riesgo tu paz es tu propio juicio. El que ejerces sobre ti, sobre tus miedos y sobre tus inseguridades sin ningún tipo de piedad.

Por eso ahora soy tan consciente de la importancia de ser compasivo con uno mismo.

Si ahora estás atravesando tu propio desierto, ten paciencia. Estás experimentando el resultado de tus propias creencias.

Llegará un momento en que sientas que ha llegado el momento de parar, reflexionar y cuestionar tus propios pensamientos.

Si necesitas que te ayude en ese proceso, avísame.

Próximamente te explicaré cuáles fueron los mayores aprendizajes que extraje y que a día de hoy aplico en mi relación de pareja. Una relación en la que me siento segura y tranquila. 

Una relación en la que me siento yo.

JOURNALING

La escritura terapéutica o también llamado Journaling ha sido y sigue siendo para mí el hábito de drenaje emocional más eficaz en mi día a día.

Por esa razón voy a compartir contigo semanalmente algunas ideas de preguntas y reflexiones que puedes hacer en tu ratito de conexión contigo.

Establece 15 minutos de reunión contigo. Ponte música relajante y escribe con la absoluta tranquilidad de que nadie más que tú va a leer esas palabras.

  1. ¿Qué cosas me molestan pero me convenzo de que son cosas sin importancia?

  2. ¿Qué he normalizado en mi vida que años atrás consideraría impensable?

  3. ¿Qué miedo no me atrevo a reconocer?

  4. ¿En qué podría pedir ayuda para sentirme mejor?

  5. ¿En qué estoy siendo demasiado exigente conmigo?

TIEMPO PARA MÍ

Uno de mis mayores logros es estar muy en contacto con el perdón hacia mí misma.

Hoy comparto contigo una meditación que te recomiendo totalmente.

Espero que te sea de gran ayuda.

AVISOS IMPORTANTES

El próximo martes día 17 de octubre a las 7pm (hora España) voy a impartir una charla gratuita a través de Zoom hablando sobre:

Cómo recuperarme más rápido de una ruptura de pareja.

Si quieres asistir, únete a mi Comunidad de Whatsapp para recibir el enlace.

Muchas gracias por estar aquí. Te escribo el próximo miércoles.

Y recuerda que…

La calidad de tu vida depende de la historia que te cuentas sobre ti mismo.