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Mi mente es un caos
No estoy cumpliendo con lo que se esperaba de mí
Hace algunos años sentí que me había sacado de encima las presiones que la sociedad te impone a medida que vas creciendo:
Estudia, titúlate, encuentra un buen trabajo, cásate a los veintitantos, ten hijos antes de los 30 porque sino se te pasa el arroz y dispón del dinero suficiente para comprarte una casa y vivir tranquilamente antes de los 35.
Tengo 32 años y de ese listado de momento he cumplido solo con 2: estudiar y titularme :D
No estoy casada, no tengo hijos, no tengo mi propia casa y hasta hace muy poquito no me dedicaba profesionalmente a algo que me gustara.
Sin embargo, yo estaba absolutamente convencida de que esas imposiciones a mí ya no me afectaban y que me había liberado de ellas por completo.
Spoiler: Mentira.
Trae a tu mente la imagen de tu playa preferida.
Una de esas playas que te hayan impactado por su belleza.
A mí me viene a la mente Cala Macarella, una playita preciosa que hay en Menorca a la que he tenido la suerte de ir bastantes veces.
La primera vez que vi Cala Macarella con sus aguas turquesas y cristalinas fue en la tele, concretamente en un anuncio de cerveza.
En el spot se veía a un grupo de amigos disfrutando de la playa desde su velero, en un día de sol y con la música perfecta.
No sé si fue por la influencia del anuncio pero mis amigos y yo decidimos viajar a Menorca en nuestras vacaciones de verano.
Indudablemente, Macarella fue una de las primeras calas que visitamos y, aunque el trayecto para llegar a la cala fue intensito, me enamoré a primera vista.
Tuvimos que caminar bastante por un camino de montaña para llegar.
Recordar el olor a pino y el sonido de las cigarras me transporta directamente a ese lugar.
Hacía un calor increíble y además íbamos cargados con mochilas, sombrillas, nevera, palas de tenis, pelota de voleibol y con el peor calzado para caminar por esos caminos: chanclas de dedo…
Sin embargo, disfrutamos al máximo de la ‘excursión’ y llegar a ese paraíso de la naturaleza hizo que todo esfuerzo hubiera valido la pena.
La cala parecía una piscina natural. No había una sola ola. Arena blanca. Agua cristalina rodeada de montañas y naturaleza. La auténtica descripción de Paraíso.
Evidentemente me quedé con las ganas de volver a ese lugar.
Así que uno o dos años después decidí visitarla con mi madre.
La expectativa estaba por las nubes.
Le había descrito la playa con tal entusiasmo que íbamos con más ilusión que un niño el día de los Reyes Magos.
Pero, para mi sorpresa, al llegar después de la caminata (que mi madre no disfrutó tanto), la playa estaba absolutamente llena de algas.
No solo el agua estaba negra y repleta de plantas, sino que la orilla de la playa acumulaba metros y metros de algas secas que no olían precisamente bien…
Decepción total…
Unos años después volví a esa playa con mis amigos con cero expectativa.
La playa volvía a estar bien.
Cero algas.
Pero había TANTA gente que no había sitio para tender la toalla y el agua estaba tan turbia que no se veía el fondo.
Volví a Menorca al año siguiente y ni siquiera visité esa cala.
Pero en mi última visita a la Isla decidí darle otra oportunidad.
Me planté en la playa a las 7 de la mañana y, Dios mío…
¡qué espectáculo de la naturaleza!
Me enamoré de nuevo.
Ahora bien… ¿qué tienen que ver las expectativas que la sociedad te impone con cala Macarella?
Bien.
Tu mente es como la playa más preciosa que conozcas.
Hay momentos en que la percibes como el lugar más precioso, pacífico y agradable del planeta, y otros en los que se desordena, se vuelve caótica y hasta puede llegar a apestar.
¿Está mal que tu mente de desordene de vez en cuándo?
Igual de mal que la playa se llene de algas.
Quizás te incomoda, pero mal no está.
Es natural.
Es muy probable que cuando el sol brilla, el agua está tranquila y los pájaros cantan, el ruido de la ciudad quede tan lejos que ni siquiera lo recordemos.
Sin embargo, cuando el agua está sucia, llena de medusas y la arena invadida por cientos de personas escandalosas, sientes que no existe refugio en el que te puedas resguardar.
Cuando tu mente está tranquila y serena, esas imposiciones que se encuentran intrínsecas en la sociedad, quedan completamente en el olvido.
Estás tan conectado contigo que todo lo demás está de más.
Pero cuando tu mundo se desordena y tu mente se desordena con él, afloran todos esos ‘deberías’ que la cultura nos impone.
Por eso, hoy quiero invitarte a detenerte un segundo a detectar cuáles son esos ‘deberías’ que te acechan en tus días de caos y desorden, porque detectarlos te ayudará a lidiar mejor con ellos.
No pretendas que desaparezcan, simplemente reconócelos y acéptalos con cariño así como Macarella acepta la visita de las medusas, de las algas y de las tormentas.
JOURNALING
La escritura terapéutica o también llamado Journaling ha sido y sigue siendo para mí el hábito de drenaje emocional más eficaz en mi día a día.
Por esa razón voy a compartir contigo semanalmente algunas ideas de preguntas y reflexiones que puedes hacer en tu ratito de conexión contigo.
Establece 15 minutos de reunión contigo. Ponte música relajante y escribe con la absoluta tranquilidad de que nadie más que tú va a leer esas palabras.

¿Qué crees que deberías haber logrado ya en tu vida en función de tu edad?
¿Qué piensas sobre ti mismo/a al no haberlo conseguido todavía?
¿Qué pensarías sobre un amigo que se encuentra en la misma situación que tú?
Imagina que han pasado unos años y ya has conseguido lo que querías ¿qué le dirías a tu ‘yo’ del 2024?
¿Qué te gustaría escuchar respecto a lo que aún no has logrado? ¿Qué mensajes te aportan calma al respecto?
TIEMPO PARA MÍ
Si quieres indagar un poco más en cómo el EGO interfiere en nuestro bienestar y en nuestro día a día, te recomiendo leer este libro: El ego es el enemigo, de Ryan Holiday.

AVISOS IMPORTANTES
Estoy abriendo la agenda para las sesiones individuales del mes de octubre.
Si te interesa iniciar un proceso de acompañamiento individual conmigo, contacta conmigo para recibir toda la información.
Como siempre, muchas gracias por estar aquí. Te escribo el próximo miércoles.
Y recuerda que…