Mi vida era un desierto

hasta que descubrí esto

Desde que tengo a mi perro, Chuli, hace más de nueve años, descubrí que me encanta caminar sin rumbo.

Me resulta terapéutico ir a cualquier montaña a dar un paseo. Siento que me recarga las pilas, me relaja y me aleja del ruido de la ciudad.

Cuando llegué a Lima, Perú, nos mudamos a un piso que está justo delante de una montaña y pensé:

¡Perfecto! Tenemos la montaña cerca para ir a pasear por la naturaleza cada día.

Cuál fue mi sorpresa al descubrir que la ‘montaña’ era un completo desierto

Literalmente, la primera vez que subimos parecía que estábamos en Marte. 

Me impactó estar en un lugar tan árido. Sin una sola planta. Puras piedras y arena.

Algo súper distinto a las montañas a las que yo estaba acostumbrada.

Cuando le dije a mi novio que me parecía increíble ese paisaje, me dijo algo que me sorprendió:

Esto está así de seco, pero si siembras algo aquí va a crecer seguro, porque la tierra de Perú es tremendamente fértil cuando la cultivas

Y a partir de ese momento comencé a fijarme en algo interesante.

Aquí, en Lima, puedes ver una montaña completamente desértica pegada a un parque verde, absolutamente lleno de árboles, plantas con flores y pajaritos.

Es un contraste que, a mí personalmente, me chocó.

Este fin de semana viajamos a la Sierra y lo vi mucho más claro.

Kilómetros y kilómetros de montañas áridas y, de repente, en medio de ese desierto un terreno frondoso y colorido lleno de árboles frutales como mangos, melocotones o aguacates.

Este contraste tan pronunciado me hizo pensar en el recurso más importante que tenemos en nuestras vidas: la atención.

Concretamente en la ‘atención intencional’, es decir, decidir conscientemente dónde ponemos nuestro foco. En el campo sería el agua y lo que decides regar.

Hay una frase muy típica que dice: En lo que te enfocas se expande. Y no puedo estar más de acuerdo.

Ahora bien, esa frase se suele utilizar para dirigir tu atención hacia ‘lo productivo’. Hacia cosas que te den resultados materiales. Por ejemplo, dinero.

De forma que, si dedicas la mayoría de tu atención a tus metas profesionales y ‘riegas’ sus respectivas acciones productivas, esa ‘parcela’ de tu vida tarde o temprano va a florecer por ley de causa y efecto.

Esta realidad es algo que en la actualidad nos lleva a regar cuidadosamente nuestra área profesional. 

Vemos que, poco a poco, los árboles comienzan a crecer y hasta llegan a dar sus frutos. 

Te alegras momentáneamente por ese logro pero inmediatamente después brota la necesidad de cosechar más.

¿Qué tal si ahora en lugar de 100 melocotoneros, tengo 500? 

Así que te enfocas en sembrar más en tu área profesional porque sabes que si le dedicas la atención suficiente, en algún momento esos 500 árboles te darán una cantidad interesante de melocotones.

Y así, va pasando el tiempo, hasta que, en el mejor de los casos, llega un día en que levantas tu mirada de casualidad, te das la vuelta y ves que lo que hay al rededor de tu parcelita profesional es un desierto que llega hasta más allá de lo que eres capaz de ver.

Comienzas a caminar al rededor de tu parcela y ves que tras los muros de ésta solo hay arena. Y alguna que otra piedra. 

Nada más.

Porque esa es la única parcela a la que has decidido dedicar tu recurso más potente:

tu atención, tu agua.

Cuando yo misma me di cuenta de que esta cruda realidad era mi vida, decidí comenzar a dosificar mis recursos de otra forma.

Me di cuenta de que, si bien no se puede prestar atención toooodo el terreno, sí se puede cuidar con intención las áreas importantes de la vida.

Para empezar, reflexioné sinceramente sobre mi trabajo. 

Mi negocio podía llegar a darme mucho dinero si seguía trabajando duro, pero ¿realmente me hacía feliz? 

Después cuestioné todo lo que había aprendido hasta el momento:

¿Me convertiría en una fracasada por abandonar un proyecto y enfocarme en otro que conectara más conmigo?

¿Realmente mi trabajo es más importante que el tiempo de calidad con los míos? 

¿Estoy pensando en pequeño si ya no priorizo mi éxito profesional sobre el resto de mi vida?

Finalmente decidí valorar, apreciar y agradecer mi vida desde el momento presente, dejando de posponer mi felicidad para el momento en que se hubieran cumplido todos mis objetivos profesionales.

Y, paradójicamente, desde que me desapegué de mis resultados profesionales, comencé a disfrutar de mi carrera y, sobre todo, de todas las áreas importantes de mi vida.

Ten muy presente que, cuando decides dirigir tu atención a algo, automáticamente estás dejando de destinarla a otra cosa.

Por eso, es tan importante que te plantees a qué quieres prestar tu atención, como a qué vas a dejar de dársela.

¿Sabes por qué?

Porque el día de mañana, sí, cosecharas los frutos de la tierra que trabajaste, pero también recogerás las consecuencias de las tierras que en algún momento decidiste dejar de regar.

PREGUNTAS PODEROSAS

  1. ¿Qué creo que tiene que pasar en mi vida para poder ser verdaderamente feliz?

  2. ¿A qué parcelas de mi vida les estoy prestando más atención? Y, ¿a qué parcelas de mi vida les estoy prestando menos?

  3. ¿Qué consecuencias habrá a largo plazo en mi vida si dejo de regar mis parcelas menos cuidadas?

  4. ¿Qué significa para mi el éxito? ¿Y el fracaso?

  5. ¿Cómo cambiaría mi vida a largo plazo si equilibro mi atención cuidando otras áreas importantes de mi vida?

AVISOS IMPORTANTES

Si te interesa iniciar un proceso de acompañamiento individual conmigo, contacta conmigo para recibir toda la información.

Como siempre, muchas gracias por estar aquí. Te escribo el próximo miércoles.

Y recuerda que…

Tu vida depende de la historia que te cuentas sobre ti.