- Marta Micolau
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- No encontrar el propósito de tu vida puede causar mucha frustración y ansiedad.
No encontrar el propósito de tu vida puede causar mucha frustración y ansiedad.
Es realmente estresante saber que todas las oportunidades están a tu disposición pero no encuentras dentro de ti esa guía, esa vocación que te permite decidir hacia dónde encaminarte.
Yo tuve esa sensación durante muchos años. Me sentía perdida hasta que poco a poco fue cambiando mi perspectiva acerca de la búsqueda de mi propósito.
Después de tanto trabajo de introspección en el que no lograba encontrar esa misión de vida, decidí dejar de darle vueltas y pasar del tema. Acepté la idea de vivir sin propósito. ¡A la mier…!
En ese ejercicio de ‘soltar las riendas’ y resignarme a perder el control acepté como propósito el mero hecho de vivir. Y ahí fue donde empecé a entender muchas cosas.
¿Por qué es positivo tener un propósito?
Tu propósito es tu guía. Una ilusión que te mueve, que te enfoca, que mantiene tu concentración en una dirección clara.
El problema es que muchas veces esperamos que ese propósito sea algo que se nos otorga. Algo que viene con nosotros implícito y tenemos que descodificar. Le damos vueltas y vueltas a la razón por la que hemos venido al mundo esperando que la respuesta nos llegue del más allá y, la mayoría de veces, esa respuesta no llega.
Tu propósito no es algo con lo que naces sino algo que descubres, defines y construyes con el tiempo. (Léelo de nuevo).
Te comparto los tres consejos que, después de tres años de experiencias de vida muy intensas, le daría a la Marta del pasado que se levantaba por las mañanas con mucha apatía y falta de motivación por no saber qué hacer con su vida:
Para empezar, punto número uno: Deja de buscar tu propósito.
Déjate en paz.
Olvida la idea de tener que encontrar un propósito.
En serio, olvídalo. Para ya.
Es algo tan abrumador que lejos de motivarte te está paralizando.
Literalmente te estás inmovilizando.
¿En qué te tienes que ocupar entonces?
En crearlo. Crea intencionalmente tu propósito. Diséñalo, planifícalo y constrúyelo desde tu propia voluntad. Eres responsable, no esperes que las respuestas te vengan dadas.
Todas las respuestas a las que llegas desde la inacción son puras conjeturas sin fundamento.
¿Por dónde puedes empezar a orientarte?
Presta atención a tus intereses.
Tus intereses son una pista muy efectiva a la hora de definir un propósito.
Tus intereses son información muy precisa acerca de la persona que eres.
¿Sobre qué te gusta aprender? ¿Qué hobbies te gusta practicar? ¿Sobre qué te gusta leer? ¿Qué aficiones tienes? ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Qué habilidades tienes? ¿Qué te ilusiona?
Punto número dos: Diséñate y constrúyete a tu gusto.
Define DETALLADAMENTE tu mejor versión.
Detén aquí tu lectura. Coge papel y lápiz y hazte el favor de regalarte 5 minutos para ayudarte a definir quién quieres ser. En quién te gustaría convertirte.
¿Cómo se siente tu mejor versión? ¿Cómo se ve? ¿Qué hábitos tiene? ¿A qué se dedica? ¿Cómo es su día a día? ¿Cómo son sus relaciones? ¿Cómo se comporta? ¿Qué responsabilidades tiene? ¿Qué hobbies practica? ¿Dónde vive? ¿Qué le gusta? ¿Qué no tolera? ¿Cómo se trata a sí mismo? .
Describe con la mayor precisión posible. Tener esta información clara te va a guiar todavía más hacia el camino que sueñas construir.
Comienza a comportarte como esa persona que acabas de describir aunque todavía no te sientas así. Cuando no sepas qué hacer, piensa: ¿Qué haría en este caso mi mejor versión? ¿Cómo reaccionaría? ¿Qué decisión tomaría?
La sensación de frustración que tenemos cuando no encontramos nuestro propósito es debido a la falta de claridad. Si diriges tu atención y tu foco en construir intencionalmente tu mejor versión, inevitablemente vas a crecer en todos los sentidos.
Para terminar, vamos con punto tres: Atrévete.
Quizás piensas que no sabes qué hacer ni hacia dónde ir pero déjame decirte una verdad dolorosa: es mentira.
Estoy convencida de que sí que tienes una ilusión. Una ligera idea de hacia dónde te gustaría dirigirte. Sí que sabes qué te gustaría lograr y también por qué te gustaría ser reconocida.
Lo que desconoces es el cómo. Y no tener claridad en el cómo despierta todos tus miedos e incertidumbres llevándote a una posición victimista como es la de no saber qué hacer. De esta forma justificas tu inacción.
La única forma de salir de ahí es definiendo muy bien tu objetivo dejando de lado todos los complejos de inferioridad que puedas tener. Define. Define, define y define. Y cuando esté clara la meta, haz un plan y, sobre todo, toma acción comprometidamente.
Es más cómodo vivir incómodo en la sensación de no saber qué hacer que tomar la responsabilidad de ponerse a trabajar en tus propios objetivos y tener que asumir las consecuencias.
Pero déjame decirte que ese es el precio a pagar si quieres crecer, aprender y vivir la vida que siempre has soñado.
Me encantará recibir tu opinión, preguntas o reflexiones. Puedes responder a este mismo correo o escribirme a través de mi cuenta de instagram @marta.micolau
¡Te escribo el próximo domingo!
Feliz inicio de semana :)